viernes, 23 de febrero de 2007

JAIME URCO (JAUJA, 1954) Segunda Entrega

LULA, SENTADA,PENSANDO EN EL VANO DE LA PUERTA
Colgada de su brazo
Fui la prenda orgullosa que cruzó estaciones y prados.
También fui la que fingió abrir las piernas
sólo cuando las puertas de su se abrieron.

Cumplí alegremente con las exigencias de la época
y todo fue saliendo como mi boca lo pedía.
Los años pasaban y una misma canción sonaba
en mis orejas:
yo no dudo, luego existo.

Ahora pregunto:
si todo salió como quise
por qué esta casa de vieja, este vacío
de ratas

Como el de aquellas que no alcanzan el bouquet de boda.

LUIS ALBERTO CASTILLO (PIURA,1951) Primera Entrega

Luis Alberto Castillo (Piura, 1951)

Tiempo que se desliza pero que es eterno.
Risas de muchachas que aprendieron a form
ular actos de entrega por la entrega mism
a. Mùsica de silencios, de voces, de murm
ullos. Cantos no aprendidos. Verbos para
acariciarse en la penumbra. Sombras que s
e complementan o se excluyen.Actos de fe.
Alusiòn al pasado que se diluye. Audacia
para afirmar tu evidencia como el sabor a
nada del cigarro. El no sentido de las pa
labras; galimatìas aprendidos mientras co
ntemplas la soledad, tu soledad con buen
viento en la espesura de las vìas que flu
yen. Nomenclatura que evades o pospones,
tus manos que apuntan a una no difícil pl
asticidad de elementos anodinos... Tiempo
irreversible. Colores y formas que se ale
jan. Coyuntura del mal. Reflejos del inst
into. Noche que se aproxima como un parox
ismo. Viento que se estrella contra tì. N
octurnidad. Tiempo. Secuencias. Fases. Es
esa imagen que flota amagando lotos, manc
has amorfas... Tu sombra sobre las baldos
as. Olor a hierba que crece al pie de los
caminos. Difusos faros rojos que se aleja
n. Cuerpos que se separan, cuerpos que se
anudan.

Otras tardes en que tu rumbo era definido
y tu vida coincidìa con el horario de los
cinematògrafos y existìan los dìas con su
s nombres y no era incierto el tacto de e
sa piel.

(Disturbios No 1, Mayo de 1977)

CARLOS ORELLANA (EL CALLAO, 1950) Primera Entrega

LA CIUDAD VA A ESTALLAR, FLORA...
Para Edgar O'Hara
La ciudad va a estallar, Flora,
en medio de este tráfico infernal: ángeles
incendiando los edificios, bromeando
con los semáforos, convirtiendo a los autobuses
en paquidermos holgazanes.
Alguien ha colocado bombas de tiempo
en los grandes almacenes.
Han asesinado al Cardenal.
Se ha sublevado la tropa.
La temperatura ha alcanzado los 35 grados.
Han cerrado el Parlamento.
Descubierto al hombre más viejo del mundo.
Los angeles hacen sonar sus trompetas espantosamente
en la Vía Expresa.
Separaron a los siameses, Flora.
La inflación es otra bomba
de tiempo.
Ha renunciado el Primer Ministro.
El tigre de Bengala está prácticamente extinguido.
La ciudad va a estallar, Flora,
cierra los ojos, abrázame, no voltees
la cara por nada del mundo.

LAS OBRERAS DESFILAN
Las obreras desfilan
monótonas hacia los restaurantes
de comida barata. Desfilan
conversando de temas banales
-la longevidad de las medias
de lana-
mientras los obreros detienen
sus miradas sobre esas medias
de lana y conversan
de política y entonces sonríen.
Y yo,
caminando por estos suburbios,
ajeno a la rutina de las fábricas
me pregunto por el destino de la poesía
castellana.

AHORA PROVIENES DE SUAVES REFLUJOS...
El verdadero amor es una calma encendida
Guisseppe Ungaretti
Ahora provienes de suaves reflujos.
La tarde es un imán y tú,
te acercas sin desearlo;
más exactamente te sustraigo
de un reino de fotografías descoloridas
y llaves de otro tiempo.
Podrías ingresar por la ventana
con tus propias alas, sorprender
a las cortinas, podrías
aparecerte de pronto en la cocina:
sabría de ti por el tintineo de la loza,
el chorro de agua, tus pasos
medidos como los de una garza y a veces
esa simple risa que descubre tu contento,
mientras en una habitación cercana
sorbo el café instantáneo
frente a una máquina de escribir.
No hay flores en el sucio florero y yo sabría
de tu presencia por las rosas recién compradas.
Nadie tararea una canción que ahoga el ruido
de una ducha, ni hay mujer alguna que se parezca
a una rosa recién cortada.
Sabría que éstas aquí si solamente
se me acabaran el café y las ganas de escribir.
Pero no, no puedes ingresar por la ventana
como un gorrión.
¿Y si comprara rosas?
Para qué, ellas necesitan la compañía ferviente
de un rostro fresco que copie su alegría.

AÑOS EN QUE EL MIEDO ERA SOLO MOSTRAR...
Para José Luis Velásquez
Años en que el miedo era sólo mostrar
los dientes mientras el miedo dejaba por dentro
su cólera, su silencio, su herrumbe,
Entonces
cómo decir amor sin caer en el vacío, cómo
tomar los autobuses sin una nostalgia
prendida como una dalia o exclamar
frente a las iglesias una imprecación.
Y la poesía fue esa paciente ramera
con la que olvidamos el olor de las sábanas limpias,
el cielo de los domingos.
Su cuerpo fue la fresca orilla donde descansamos
todo el amor fatigado, envejecido
tan de repente.
Buscamos, entonces, el tiempo en los vasos,
en la babeante cerveza,
en astros de indescriptible volumen,
en soledades de plástico.
Crece ahora la marea de un torpe recuerdo,
los dientes careados no muestran el miedo,
apenas se caen como hojas otoñales.

RECUERDO
Tengo necesidad de llamarte cada vez que en la mañana
me levanto y desayuno,
abordo el movimiento del planeta
desde los periódicos sobre mi mesa,
riendo a veces por sobre el pan y el queso,
del ritmo de la historia.
Tomo tus recuerdos del viejo lado
de las necesidades primarias
como sentir tus nalgas sonriendo
y deambulando hacia la cocina,
tus palabras huecas y musicales,
tu lechosa presencia aventada por el amanecer.

POEMA
Quizá fueron los años que perdimos,
o la tristeza que ganamos.
Desde entonces un hueco en el pecho,
un vacío inconfesable, unas ganas
de escapar de uno mismo. De vivir
en otra vida algo distante o correr
a campo traviesa una mañana gritando
un nombre capaz de devolvernos a esa
lejana pureza
do habitábamos siervos
de una alegría desnuda como esa muchacha
que frente al sol y al mar
entera se refocila.

CRONICA DE JIMENA
En medio de la ciudad uno está solo.
De nada valen los ascensores, los llantos del teléfono,
las ventanas que dan a la avenida con sus rugientes
autobuses, el ruido
de las usinas hacia el mediodía. De nada valen los grandes
titulares
de los periódicos o las noticias menudas o los ríos
de voces que pasan
a tu lado insistiendo en el contacto.
Más allá de la ciudad el mar, el cielo de nada valen.
De nada vale el ruido del orbe, el trajinar de los cables
eléctricos,
la actividad de las cafeterías, la población de los cinemas,
las sirenas de policía, los comunicados urgentes, los
motines callejeros.
Frente al quirófano uno está solo, con su amor a cuestas,
herido, pleno
de garras.
Afuera, o nada existe o todo duerme.

JAIME URCO (JAUJA, 1954) Primera Entrega

A UNA BELLA APARICION
Hello, I love you.
What's your name
de una canción
de Doors


Detenerte en la calle.
Preguntar por tu vida. Tu nombre.
Si los nobles ideales
Se han ido trocando
En una bagatela doméstica.
(Digamos un esposo)

Pero tú,
Con cara de poquísimos amigos,
Me quitas las ganas de acercarme,
De pedirte la tarde para vivir
(La mujer de facciones tristes no habla con extraños,
Menos,
Si éstos son casados)
Y yo, como quien patea latas,
Me quito de tu cuadra, de tu vida.
Silbando una canción feliz
Que habla del amor
A primera vista.

VARIACIONES SOBRE LO MISMO
A mitad del goce pides el juramento
Inútil: que te quiera siempre. Visto que no es
El momento de dar explicaciones
Hablo de colores vivos, de aves de suave plumaje.
A mitad del goce quedo,
Soñando con un puerto donde el amor eterno
Sea cuento viejo. Historia pasada.
Ave de suave plumaje.

ASUNTO FUERA DE CASA
Al largarte tú de casa
Por ese cuento
Que insististe en llamar
Tu derecho a tu propia vida.
(Que para mí, no era otra cosa
Que un hombre encontrado a mitad de la calle)
Volví a hojear los diarios
Revisando las ofertas de la semana,
Saltándome la página de locales
Y buscando
Tu nombre en los avisos necrológicos
Para dormir de largo
Y no seguir como imbécil
Esperando tu regreso
A las cuatro de la madrugada, entre disculpas,
Llantos
Y souvenirs
Traídos de una lejana tierra.

UN TANGO A LO GARDEL
Camino y no busco tu cuerpo.
Busco el ardid que diga
Que una mujer no vale, que tú no vales,
Que la soledad no es este apurado café,
Que el día que me quieras
Es tan sólo un tango.

ARGUMENTO DEL REINCIDENTE
La última vez que pisé esta casa
Juré no volver
A tener perro, gato ni mujer
Que atara mi ocio
A la limpieza, al diario
Recuento de monedas.
Ella vino del otro lado del mundo,
Cruzó los mares, husmeó los puertos
Y todo
Para ser el cepillo, la pantufla
Y por supuesto, el perro y el gato
Que hacen
Que hunda los dedos en los bolsillos
Y cuente, bendita oración,
Los días que faltan
Para quincena o fin de mes.

DESPUES DE LA VENTISCA
Ahora que el amor se ha marchado
Puedo escribir como quien pela una fruta.
Sé que no hay prisas ni demoras,
Que un café bien vale como el ayuno o tu ausencia.
No pienso (como cuando me amabas).
Pero ahora que el amor se ha marchado
Puedo vender los muebles y largarme de viaje,
Estirar mis oxidados miembros
Y emprender la gran juerga.
Para la próxima vez
No más muebles ni casa
Y el amor será como pelar la fruta,
Sin prisas ni demoras.

CALCULO DE PROBABILIDADES
Que estamos rodeados por mendigos,
Que la tasa de suicidios aumenta,
Que los índices de delincuencia
Amenazan ciertamente el paseo familiar
Poca cosa.
Nadie toma en serio las estadísticas
A menos que digan
Que esto aprieta,
Que ya no aguantamos más,
Que pedimos a gritos
La fiesta. El circo.

A JOHN BERRYMAN

Se instaló, una vez, algo en el
corazón de Henry
Tan pesado, como si tuviera cien
años
y más, y llorando, desvelado.
J.B. (canción 29)

Pensando en hacerte el poema recuerdo
El tuyo para Yeats, donde dices que la
Ingratitud es el camino necesario para
Hacer cosas nuevas. Fiel a tus enseñanzas te
Voy a dejar en el olvido una vez
Que tus ritmos, tonos y cadencias suenen
A cancioneta vieja en mis orejas.

Tu otra lección también la aprendo: no
Llevo peso alguno sobre el corazón, la época
No merece heroísmos y lejos ya
Los caballeros, el juego
Limpio y las cruzadas.

POEMA A LA DICKINSON CON VERSOS ROBADOS
A LA PROPIA EMILY
Ud. vivía en Amherst.
En una casa de ladrillos construida por su abuelo.
Rara vez dejó esos muros
Y a la muerte de su madre
Ud. no volvió a salir.
Los críticos que vinieron después
Hablaron de su morbosa soledad,
Su eterno vestido blanco.
Ud. cantó porque decía que estaba asustada.
Ahora,
En el otro polo del hemisferio,
Yo también tengo miedo
Y digo, con sus palabras, que Ud. era menuda
Como reyezuelo,
Con cabello rebelde como caparazón de castaña
Y con ojos parecidos al jerez que deja el huésped en el fondo
de la copa.
De su creencia en la resurrección de la carne
Mejor no hablar,
pertenecemos a distintas familias.
Mejor recordar sus poemas de amor
Con los que una mujer, muy distinta a Ud.
Alumbró mi lecho
Para que ningún sol naciente
Enturbiara esta tierra.

jueves, 15 de febrero de 2007

LUZ MARIA SARRIA (LIMA, 1949) Primera Entrega

CANTO
Tanto esperé por ti
que empecé a encontrar ágatas en la pared
y comprendí que algo se expande a través del fervor
Tanto esperé por ti que te pareces a mí
como una empecinada milésima donde influye todo el mar
te pareces a mí desde hace tiempo
como una flauta dulce a medianoche
como el agua tiene algo que ver con el aire
o como un astro rodea un simple pensamiento
¿TU SABES LO QUE ES UNA ASTRO QUE RODEA UN SOLO PENSAMIENTO?

ENRIQUETA BELEVAN (LIMA, 1949) Primera Entrega

Sombra celeste
ángel quebrado
polvo de mis hombros
me has dejado inmóvil,
has detenido el vuelo de mi cuerpo.
Las piedras de la calle
hieren mis pies,
Calles extrañas estas
donde no he venido a encontrarte.
No hay lluvia que detenga
la sombra celeste que corroe
los tranvías se pierden
las ventanillas se cierran
las piedras de la calle duelen.

LLEGABAMOS SIN TOCARNOS
Llegábamos sin tocarnos
y todo el aire eran nuestras manos
y nuestro cuerpo vacío
detrás de la sombra de cada uno
nada se volvía
la voz era como el aire mismo
dentro de nosotros totalmente.

ALGO SE AGITA
Algo se agita y reconoce en mí
como perfecta la dicha.
revela más que mi corazón
al margen
de todo mi cuerpo
como un agudísimo dolor
en la garganta
como los ojos abriéndose a las tres de la
mañana
como un pequeñísimo grito de
nostalgia
clavada en Agosto.

REFUGIOS
nada ha de protegernos ya.
sobre la lluvia
el hermoso ignorado canto
del ruiseñor mecánico.
es el último refugio
la sombra inmensa de nuestros brazos cerrados.

MITO TUMI (PIURA, 1951) Primera Entrega

PERDER LA BRUJULA
Oscuras tardes que dispongo
para extraviarme en los cinematógrafos,
en las esquinas, y desechar la utopía
mientras reviso mis instrucciones
la bitácora y anoto en mi cuaderno
palabras que siempre se repiten, horóscopos,
exactas vigilias que son como el destierro
-son el destierro- o un charco de ceniza.
Y no conviene que escriba estas cosas,
que todo sea registro de lo perdido,
pasto de la tristeza. Anoto, sin embargo,
palabras que siempre se repiten, mares interiores
donde se ahogan los días y sus quehaceres
y la costumbre de viajar en los autobuses
mientras, perdido, atravieso el cristal de las noches.


HOTEL PRINTANIA,1932
Lo mejor será escribir que ahora ya soy libre.
Los momentos perfectos fueron tan inútiles
como las sílabas torpes que ha escrito mi mano
o la imagen del último paseo junto a la dársena.
El tren parte en sesenta minutos. Ningún indicio,
nada empaña la transparencia de mi conocimiento.
Sobre qué ciudad, bajo que párpados ocultarme,
ahora que soy libre y un instante se parece a otro.
A repetir bajo otro cielo la misma imperfección
de los días, la vanidad de mi aliento y de mi sombra,
a reconocer en la grata humedad del vino y del amor
lo efímero de la ola sobre la escollera.
La noche avanza sobre la estación y yo debo partir.
Nada ni nadie testimonia mi existencia Soy libre:
no me queda ninguna razón para vivir.


AND NE FORHTEDON NÄ
Te imagino así bajo la sosegada hierba de Ginebra.
Pálido y solitario en la esperada sombra
La mirada perdida en la rutina del polvo
Quieto el corazón en la singladura de los astros.
Tus manos abarcan ahora los territorios de la noche
El conquistado dominio de los cipreses
Y en el vértigo que sucede a la penumbra
se impone el fulgor de apagados cristales
donde no brilla el furioso esplendor de tu voz.
Así te imagino bajo la sosegada hierba de Ginebra:
la boca cerrada, y ya sin palabras el universo.

SIGISFREDO BURNEO (PIURA, 1952) Primera Entrega

LA FALSA FLOR
Estabas en los cristales
irredenta
como el mundo ante la lluvia.

Te supe un canto
de palabras
inmune a las palabras.

Tu eres la Flor que debió
llamarse Mahaut o Micól.


CANTO PRIMERO
a Shave
Se olvidarán también estas tardes. Las jornadas
atónitas del invierno, el desamor pálido
de agosto y el trabajo incesante de los versos.
Desaparecerán como un encanto que se termina
los términos célebres que buscaron la gloria.
Sin asombro se habrán ido ya los días
que a veces la memoria buscó con vano afán.
Otros guardarán entre sus palabras más preciadas
los cantos que aprendieron llorando junto al mar.
O esas frases que ardieron como fuego en sus gargantas.
Pero yo reservo para el destino
contigo las rosas brillantes de la tarde.

CANTARELLA
Días aciagos que me deparaste, destino, interminables
horas de verguenza, inclementes tardes desoladas
a que arribe desde la infancia.
Se cubrieron de oprobio mis actos más solemnes.
Hoy me asomo a la puerta del jardín: miro crecer
los rosedales sembrados en nombre del amor
y es una desgracia ver cómo llueve en esta soledad.
Sin alternativas, ¡oh cantarella! veneno de los Borgia...

CARTA MINIMA
Me gusta imaginarte sentada y ante un espejo frente a la ventana
con la mirada que se pierde a veces y nadie sabe a dónde va
muchacha que no ves estos crepúsculos recuérdame con barba
y escribiendo versos interminables en grandes hojas de papel.

ROMANZA
Odio minuciosamente las calles de esta ciudad. No estás
En ninguna de sus plazuelas, en ninguno de sus parques,
No hay vereda fatigada por tu altiva y silenciosa manera
de caminar.
Tu ausencia acrecienta la turbia sombra de estos árboles
Que tus fugaces ojos de niña contemplaron alguna vez,
Una tarde lejana en el tiempo y que no volverá.
No estás. Vives en otra ciudad y desconozco los pormenores
Que labran tu dicha o tu desdicha, tu amada memoria imposible
de compartir.
Ah, vanos días reiterantes y sucesivos que quise evitar,
Torvos días plagados de cuervos y desolación!
Repito incesantemente que no estás: sólo tu nombre me acompaña
Y el recuerdo imperecedero de unos ojos, una boca, un rostro,
Unas manos de mujer que están lejos y nada saben de las esquinas
Donde diariamente me aguardan el pavor y la humillación.

GLADYS ESTHER
Creí que los años transcurridos eran una alucinación.
Que aún podíamos iniciar durante los días y noches de 1972
La agobiante empresa de aprender a besarnos sin omitir el amor.
Que los árboles, los caminos, el polvo de las horas
Eran luces fulgurantes y detenidas esperando nuestra vinculación.
Mas los árboles han crecido y un turbio río incesante devora la ciudad.

CARLOS GUEVARA (PIURA 1952) Primera Entrega

PUERTA DORADA
Pequeña y hermosa Sita,
Mujer de VaSuDeVa,
ayuda con tu devastadora fuerza
y haz que sea música,
sol,
ecuación de oro.
Haz que florezca una sonrisa
en mi negro rostro
y recuerda mi nombre
en el resto de tiempo
que me queda.
Este es mi cuerpo,
esta mi habitación
con luna verde en el espacio;
estas mis manos
convertidas en pescado.
Cascabel del Oriente,
aquí amanezco pronunciando
tu nombre al orinar
o defecar
en el atroz lugar de las fronteras.

DEPURACION
Perspicacia de calle vacía
y homenaje deslumbrante a la soledad
y al dolor agudo de la noche.
Claro hallazgo del hombre
que se observa transportando una mochila
sobre bicicleta transparente.
Sustancia viva en el desierto:
el árbol, el parque, la esquina de nadie.
Sobreviviente de un lejano bullicio, pedaleo.
Pienso en un dios pequeño y
en la boca de una muchacha saboreando la ciruela.
"Vendrá la luz (digo) y con ella
la única crueldad que antecede al conocimiento:
la existencia".
Soy el poeta bermejo de mirada larga
entre piedras polvorientas. Y pedaleo
firme porque la meta no existe,
sólo la convicción de ir hacia ninguna parte.

JUANA
Mejor su vestido lleno de colores,
mejor la rama que ella señaló,
mejor el fondo del espacio
y la callada nube
y el jadear de un perro
en el áspero camino.
Fugaz danza de chilalos:
desconchados mundos bajo la luz azul
(del mediodía,
ribazos y el proceloso surgir de la alegría.

SE HAN DETENIDO AQUI...
Se han detenido aquí los sueños y las naves.
Es de noche. El silencio desciende del cielo
y el mundo es un inmenso bosque del pasado.
Recuerdo el tiempo, los cuerpos de diversas muchachas,
un lugar revestido de rocas y el lenguaje tranquilo
de cierto huésped que alguna vez albergué.
El fuego parte de mis manos formando osarios y
rostros eternos que han perdido vigencia. Nadie
es invencible. Las hachas hacen girar las estrellas.
Se desconocen los motivos y los propósitos divinos.

LA MEMORIA DE CIERTOS DIAS...
La memoria de ciertos días penosos se ha
deslizado amarilla como meriendas abandonadas.
La tarde finaliza y es oscura, y el frío
verifica algunos cangrejos sobre la playa.
Estoy aquí, inmóvil, observando las piedras
y el desfallecimiento de los amantes en la arena.
A lo lejos se han transformado las casas y un
raro barco inquieta las aguas ensimismadas.
Ya no espero nada, solamente desarraigarme
con lentitud.

ATROPOS
Ya no conseguiré ninguna forma de comprensión, Destino.
Me doy cuenta que ahora soy uno más de los rehenes
y tendré que palidecer como los espectros.
Sé que cualquier lugar acogedor me está vedado,
que no hay sosiego para mis huesos,
sólo combates, animales muertos y tareas obscenas.
Es nuevamente verano, estación especialmente desfavorable.
Me he asomado, me he visto en los ojos de los cocheros,
he hablado de los castaños y me he sabido inoportuno.
Ahora veo los pinos, y sé que al otro extremo, en el infierno,
existe un milenario olor a cerezas que espera por mí.

ALAMO
Bajo el resplandor del crepúsculo tiemblan los pinos
y los nidos oscuros de los pájaros.
Más allá del horizonte se transfigura un fuego infinito
como la mirada de una limpia muchacha
destinada al amor y a la provincia.
Este es el lugar donde me reconozco, donde las

__ palabras
habitúan a los sueños y a las frustradas esperanzas.
Es perfecto el sol relajado,
perfecta la nube en su continuo transcurrir.
Dulcemente contemplo el jardín invadido de viento
y la existencia colectiva de las aves.
El movimiento de mis manos inflama el terrestre
__ campanario
y los mutilados fragmentos de los que se han ido.
Más allá del firmamento el increíble Universo,
el paraíso reservado a los que son felices.

ESPEJOS
Tu cuerpo es otra vez la soledad,
la vasta
la dulce soledad que me alimenta.
La sangre misma es una forma que pasa
y los párpados se hunden en el aire
como en un suave elemento transitorio.
(Hay otros pueblos que se anuncian,
hay otra rosa profunda sobre el mar,
otra forma, otro paso solitario)
Es la noche
y te obsequio el fuego de mi voz,
la nueva luz que hoy se asoma en el asombro.

BARRANCO
Este es el lugar:
repara en el invierno suspendido en el jardín
y en la dulzura descubriéndose perfecta.
El límite que nos encierra se deshace y
se rehace el mar, se rehace la calma
en la rígida soledad del firmamento.
Aquí es alta la tarde como una estatua,
las formas pasan o se quedan y,
apenas murmurada la palabra es otra eternidad.
Este es el lugar...
y esos los diversos corazones
enajenados por la luz.

FAUNOS
Al cerrar mis ojos
la intimidad se revela
únicamente para sobrecogerme.
Giratorios astros y estrellas
se deshacen
contra mi osamenta
como si el universo y
la profunda paz del espacio
se iniciarán recién.
Sobre mi sangre un cáliz humeante,
una caricia que se sumerge
y desaparece después.

CAMPO
Una pareja corre en un campo de fútbol cubierto de niebla,
Y están de todos modos fantásticos, sin explicación.
Corren sin gratitud, sin esperar tanto.
Desaparecen y aparecen, no importa el estilo
o los titulares del tiempo.
Una pareja corre y se apodera del frío en un lugar
con yerba donde también se puede enfermar.
Tras las palabras y la niebla, las palabras improvisadas,
un día, el juego de los signos a su lado.
Ella tal vez está enamorada de él,
o en el peor de los casos de alguna cosa de él,
y corren encendiendo sus manos y sus entrañas.
En un campo de fútbol la guerra es entonces
un lugar para vivir, o casi toda la vida.
El suelo está mojado y ellos son calles sin límites
que se disuelven como el relato donde no se puede morir.
Una pareja corre en la mañana, y con niebla que es lo que vale.
Sus cuerpos son formas de cariño hacia atrás.

JORGE CAILLAUX (LIMA,1952) Primera Entrega

SUR EN LA FRONTERA
sobre la higuera juguetea el relámpago.
de estas dunas beben solamente
las uñas de mis gatos.
y cuando cae la lluvia americana,
mi única mujer: la luna.

PANOLI
tu pelo pierdo en mi ventana.
un gusano admira las luciérnagas de
tu cuerpo, graciosamente.
esfumas y apareces y perforas
hondo en mi madera,
angelito de la última cadera
panolí de labios de serpiente en la montaña.
y sólo intento robar un hueso de tu cuerpo
o una legaña.

RANURA
Ya son 300 los potros
que interminablemente dirijo
hacia tí,
y tú
ni yegua
ni cola de yegua
ni ojos de yegua
siquiera.

INNARA
Pequeña endemoniada
si no soy tu sed
tu mirada de humo
tu ausente maravilla
rebusca mis alforjas
termina con el fuego
y parte como palabra de
arena sin sonido a
defender en otros campos
tu seminal independencia.

MEMORIAS DE LOS 70s (1)

LA NOCHE EN QUE LOS “ROJOS” TOMARON LA CATOLICA
Fue el 70 cuando la universidad que fundara el ultrareaccionario Dinthilac, para neutralizar a la “roja” San Marcos, se remeció por el triunfo del FRES en las elecciones estudiantiles; el FRES se tomó la FEPUC. ¿Que era el FRES? El Frente Revolucionario de Estudiantes Socialista, movimiento universitario que fundara y acaudillara Javier Diez Canseco y del que formaban parte Humberto Cabrera (más tarde connotado economista y analista político y luego asesor de la Minera Yanacocha), Francisco Verdera, Agustín Haya de la Torre, Fernando Rospigliosi (futuro ministro de Alejandro Toledo), entre otros, era la izquierda marxista. El FRES, que basicamente era brazo estudiantil de Vanguardia Revolucionaria, importante partido de extrema izquierda de los setentas, había terminado con el predominio demo o socialcristiano. La derrota de Izquierda Universitaria, el partido de Carlos Blancas (amigo de Alan García y su ministro de Trabajo durante el primer Alanato) de José María “Chema” Salcedo (quien sería dos décadas más tarde el más popular y querido comunicador social del Perú), Guido Lombardi (quien también destacaría como periodista radial y televisivo por su agudeza e inteligencia, fino trato y don de gentes; más tarde en 2006 sería elegido congresista por la alianza Unidad Nacional), jamás volvería a la FEPUC.
La noche de la celebración de la victoria del FEPUC fue inolvidable. Consistió en un mitin en el local de Letras de la Plaza Francia. Uno a uno fueron nombrados los íconos del marxismo-leninismo latinoamericano, desde el Ché Guevara hasta Luis de la Puente Uceda. La masa estudiantil gritaba a cada invocación !Presente! En el techo de tejados de ese local estaba sentado, solitariamente y desafiando la gravedad, en posición de yoga, un muchacho flaco, moreno, barbado y con pinta de sheik, Máximo Grillo Annunziata. Grillo ha sido y es un personaje singular. Siempre se ha definido como un extremista. Entonces militaba en la facción más extrema de la izquierda estudiantil. Estudiaba, como yo lo haría un año más tarde, simultáneamente en La Católica y en San Marcos. En La Católica estudiaba filosofía y en San Marcos Medicina. Era uno de esos estudiantes brillantes, dueños ya de cierta erudición (podía hablar de realistas rusos con la misma soltura que de sinapsis o los presocráticos), pero excéntrico y proclive siempre a meterse en líos con las autoridades de ambas universidades por protagonizar hechos espectaculares de rebeldía. En San Marcos solo era el “Loco Grillo”, pero en La Católica, era conocido como “Napoleón”. “Napoleón” le puso color a la fiesta de la izquierda al gritar desde una peligrosa cornisa lemas revolucionarios o interrumpir a los oradores cuando le viniera en gana, pero especialmente cuando no le parecían suficientemente “revolucionarios”. Algunos lo aplaudían, otros se reían, otros -especialmente algunas estudiantes nerviosas- le rogaban que bajara porque se podía caer y romperse el alma.
EL DILUVIO DEL 70
Imposible no hablar de la lluvia torrencial que castigó Lima en el verano de 1970. Yo salía de ver una película en el Cine City Hall de la avenida Venezuela cuando tuve que buscar abrigo bajo algunas cornisas. La lluvia era tan fuerte que me asustó, jamás había visto llover así en Lima y entonces no conocía ni la sierra ni la selva. Llegué a mi casa como puede. En la madrugada mi padre despertó a toda la familia, incluso a mis hermanos menores, y repartió escobas y latas para desaguar la azotea que se había anegado y no tenía ningún dren. Desde las cuatro de la mañana hasta las siete de la mañana nos la pasamos echando agua fuera para que no colapse el techo, que era de concreto, pero vaya uno a saber. Pensé en medio de toda esa atormentada noche en el diluvio, el juicio final y toda esa serie de historias con las que mi madre y mi abuela me habían asustado desde niño.

MIS UNIVERSIDADES
Ingresé a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1970, luego de haber ingresado a la Universidad Cátólica y sin que mi padre lo supiera. Postulé a Letras, específicamente a Literatura, el recordado programa 222. Mi padre se fastidió mucho al saber que iba a distraerme con San Marcos, que por otro lado era para él, como para muchos padres de una clase media emergente, sinónimo de caos y comunismo. Para nada podía hacer ante mi decisión de estudiar por las mañanas en La Católica y por las noches en San Marcos. Por lo demás a ambas universidades había ingresado con méritos.
Como ocurría con la Católica, en San Marcos y en todo el sistema universitario, se creó el filtro de los “estudios generales”, de modo que pasé dos años mezclado con estudiantes que irían a Biología o Ingeniería Civil. El local que apresuradamente consiguieron las autoridades sanmarquinas proclives al régimen velasquista fue el de la ex zapatería Oxford, que quedaba en la avenida Venezuela, a dos cuadras de la avenida Tingo María y a unas siete u ocho cuadras de mi casa de la cuadra quince de la avenida Naciones Unidas.
Los estudiantes bromeábamos y confesábamos a quienes nos preguntaba dónde estudiábamos: “En la sucursal peruana de la universidad inglesa de Oxford”. El local no podía ser más sui generis. Era enorme y con techos altísimos, un local extraño que nunca dejaba de recordar una fábrica. Como San Marcos siempre andaba en medio del desorden en realidad empezamos las clases en enero de 1971.
Un curso extraordinario confirmó mi vocación por las Letras: “Literatura Contemporánea”. Se trataba de un panorama bastante bien estructurado de la poesía del siglo XX, es decir la lírica fundacional de lo que vino después. Estudiamos con provecho a Apollinaire, Eliot, Ungaretti, Trakl, García Lorca, entre otros. Quien dictaba el curso era un joven catedrático y poeta de 25 años, Armando Rojas. Los conocimientos de Rojas, su fina sensibilidad intelectual y sus dotes de expositor hicieron de esa materia algo inolvidable. De mi clase solo dos iríamos a Literatura: Miguel Angel Rodríguez Rea (más tarde crítico, historiador y antólogo literarios y uno de los más prestigiosos bibliotecólogos del país) y yo. Miguel Angel por entonces, 1971, escribía poesía y había ganado una mención honrosa en un concurso internacional convocado por una revista mexicana. Pero abandonó la poesía; la suya era tributaria de Neruda y de los surrealistas.
Después de acabado el curso seguimos frecuentando a Rojas, quien pronto lanzaría una modesta ( por su número de paginas), pero célebre revista: “Creación & Crítica”, donde yo publicaría mi primer cuento, “Pobre Paca”. La revista tenía como directores al gran maestro y poeta Javier Sologuren y al poeta Ricardo Silva Santisteban (más tarde animador de finas y trascendentes ediciones de obras y autores literarios fundamentales en el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica).
Desde que conocimos a Rojas supimos que todo apuntaba en él a irse a París. Un buen día se fue. Era un hombre joven, pero que solía aparentar un aplomo de viejo profesor, por lo menos ante sus alumnos de San Marcos. Pero era también un gran seductor y cuando llegamos a ser amigos nos confesaba, con juvenil o pueril soberbia, sus conquistas y hazañas amatorias. Entre las conquistadas y seducidas estaba una alumna cinco años mayor que él, muy guapa.
De París regresó Rojas al año y meses, totalmente cambiado. El atildado profesor de los ternos impecables y el peinado conservador había desaparecido. Ahora Rojas lucía chompa, otras gafas y un…”Africa Look”. Después Armando desapareció, no lo volvimos a ver hasta que nos enteramos por una nota de “La República” en 1985 de su repentina muerte por un tumor cerebral. Nos enteramos, también que era “ataché” o adjunto cultural de la embajada de Francia, gracias a su amistad, nada menos que con el presidente Alan García. Era una amistad forjada en París donde coincidió además, con el historiador, ex director del Instituto Nacional de Cultura y ex asesor presidencial, Germán Peralta.
Cosas de la vida, me tocó, por disposición del entonces director del Instituto Nacional de Cultura, el también historiador Fernando Silva Santisteban, leer el discurso de despedida de Armando. El texto de ese discurso me lo pidió un periodista cuyo nombre no recuerdo y desapareció para siempre. Solo recuerdo que lo sazoné con un verso del poeta chileno Gonzalo Rojas: “Un poeta muerto es un árbol derribado en medio del bosque”.
En Oxford, además, de Rojas, habían otras presentes y futuras celebridades literarias. Una de ellas era nuestro profesor de Gramática Española, Antonio Gálvez Ronceros. El eximio cuentista era un lujo de profesor, un maestro auténtico. En el plantel de profesores figuraba también el joven catedrático y poeta antologado en “Los Nuevos” de Leonidas Zevallos, Marco Martos. Martos llegaría después de 2000 a convertirse no solo en una de las voces mayores de la lírica peruana contemporánea, sino en el Presidente de la Academia Peruana de la Lengua. No conocí, sino hasta llegar a la Ciudad Universitaria, un par de años después, a otros profesores e intelectuales insignes. Estos dictaban sus cursos por las mañanas y tardes.

Carlos Orellana
Lima, 15 de febrero de 2007

PRESENTACION NOSTALGICA

Corría la década de los setentas y la poesía peruana mostraba toda su riqueza expresiva a través de enfoques, estilos, modos, modas, debates estrictamente literarios , contaminaciones frecuentes de las ideologías políticas más radicales o la pose , el escándalo (epater le bourguoise) que hoy conocemos como “figurettismo”. Del “Bar Palermo” los poetas se habían trasladado al “Wony” y al “Melibea” (pequeño cafetín así bautizado por Edgar O’Hara y que quedaba en la calle “Rastros de San Francisco”, jirón Ancash, en honor de un poema de Luis Alberto Castillo). Por primera vez en décadas la poesía dejó de ser un árbol que crecía en los viejos campos de San Marcos o en los no tan viejos de La Católica; ahora en los predios de una universidad que no gozaba entonces del prestigio de las primeras y a la que se acusaba de estar dominada por el APRA, crecía también la lírica. Allí nace nada menos que “Hora Zero”, el grupo literario más notorio de la época, el que prácticamente eclipsó con sus versos callejeros y violentos, rudos, casi toda la otra poesía que se escribió por entonces. Al villarrealino “Hora Zero” se sumó “Estación Reunida”, grupo sanmarquino al que pertencecían Tulio Mora y Oscar Aragón y que por entonces estaba en la misma “onda” , captando la influencia de la última poesía anglosajona. Estos poetas logran su consagración con la célebre antología “Estos trece”, del crítico literario más influyente de aquellos tiempos, José Miguel Oviedo, que reúne poemas de los horazerianos y de otros poetas de similar lenguaje. “Hora Zero” eran Enrique Verástegui, Juan Ramírez Ruiz , Jorge Pimentel, Jorge Nájar entre otros.
En la otra orilla de esta poesía de neta influencia anglosajona, se escribió otra poesía, que abrevó en fuentes distintas: Borges, Molinari, Gelman , el hermetismo italiano, Rilke, Apollinaire y los surrealistas, Blok. Eran escritores tanto de la Universidad de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica. Sus voces quedaron registradas en revistas universitarias de limitada circulación: Textos, Tallo de Habas, Pez Soluble, Auki y Trobar Clus.
La poesía que quedo registrada en estas publicaciones, la mayoría de efímera existencia, es lo que podría llamarse “La otra poesía de los setentas”. PEZ SOLUBLE pretende entregar a juicio del lector de poesía del Perú y del extranjero estas voces.
La otra poesía de los setentas: Edgar O’Hara, Gustavo Caillaux, Juan Carlos Torrico, Silvia Adriazola, Enriqueta Belevan, Magdalena Chocano, Inés Cook, Carlos Guevara, Jaime Urco, Mito Tumi, Luis Alberto Castillo, Luz María Sarria, Sigisfredo Burneo, Oscar Aragón, Armando Arteaga y otras valiosos voces que publicaremos en sucesivas entregas.

Carlos Orellana
Lima, 15 de febrero de 2007