jueves, 15 de febrero de 2007

MEMORIAS DE LOS 70s (1)

LA NOCHE EN QUE LOS “ROJOS” TOMARON LA CATOLICA
Fue el 70 cuando la universidad que fundara el ultrareaccionario Dinthilac, para neutralizar a la “roja” San Marcos, se remeció por el triunfo del FRES en las elecciones estudiantiles; el FRES se tomó la FEPUC. ¿Que era el FRES? El Frente Revolucionario de Estudiantes Socialista, movimiento universitario que fundara y acaudillara Javier Diez Canseco y del que formaban parte Humberto Cabrera (más tarde connotado economista y analista político y luego asesor de la Minera Yanacocha), Francisco Verdera, Agustín Haya de la Torre, Fernando Rospigliosi (futuro ministro de Alejandro Toledo), entre otros, era la izquierda marxista. El FRES, que basicamente era brazo estudiantil de Vanguardia Revolucionaria, importante partido de extrema izquierda de los setentas, había terminado con el predominio demo o socialcristiano. La derrota de Izquierda Universitaria, el partido de Carlos Blancas (amigo de Alan García y su ministro de Trabajo durante el primer Alanato) de José María “Chema” Salcedo (quien sería dos décadas más tarde el más popular y querido comunicador social del Perú), Guido Lombardi (quien también destacaría como periodista radial y televisivo por su agudeza e inteligencia, fino trato y don de gentes; más tarde en 2006 sería elegido congresista por la alianza Unidad Nacional), jamás volvería a la FEPUC.
La noche de la celebración de la victoria del FEPUC fue inolvidable. Consistió en un mitin en el local de Letras de la Plaza Francia. Uno a uno fueron nombrados los íconos del marxismo-leninismo latinoamericano, desde el Ché Guevara hasta Luis de la Puente Uceda. La masa estudiantil gritaba a cada invocación !Presente! En el techo de tejados de ese local estaba sentado, solitariamente y desafiando la gravedad, en posición de yoga, un muchacho flaco, moreno, barbado y con pinta de sheik, Máximo Grillo Annunziata. Grillo ha sido y es un personaje singular. Siempre se ha definido como un extremista. Entonces militaba en la facción más extrema de la izquierda estudiantil. Estudiaba, como yo lo haría un año más tarde, simultáneamente en La Católica y en San Marcos. En La Católica estudiaba filosofía y en San Marcos Medicina. Era uno de esos estudiantes brillantes, dueños ya de cierta erudición (podía hablar de realistas rusos con la misma soltura que de sinapsis o los presocráticos), pero excéntrico y proclive siempre a meterse en líos con las autoridades de ambas universidades por protagonizar hechos espectaculares de rebeldía. En San Marcos solo era el “Loco Grillo”, pero en La Católica, era conocido como “Napoleón”. “Napoleón” le puso color a la fiesta de la izquierda al gritar desde una peligrosa cornisa lemas revolucionarios o interrumpir a los oradores cuando le viniera en gana, pero especialmente cuando no le parecían suficientemente “revolucionarios”. Algunos lo aplaudían, otros se reían, otros -especialmente algunas estudiantes nerviosas- le rogaban que bajara porque se podía caer y romperse el alma.
EL DILUVIO DEL 70
Imposible no hablar de la lluvia torrencial que castigó Lima en el verano de 1970. Yo salía de ver una película en el Cine City Hall de la avenida Venezuela cuando tuve que buscar abrigo bajo algunas cornisas. La lluvia era tan fuerte que me asustó, jamás había visto llover así en Lima y entonces no conocía ni la sierra ni la selva. Llegué a mi casa como puede. En la madrugada mi padre despertó a toda la familia, incluso a mis hermanos menores, y repartió escobas y latas para desaguar la azotea que se había anegado y no tenía ningún dren. Desde las cuatro de la mañana hasta las siete de la mañana nos la pasamos echando agua fuera para que no colapse el techo, que era de concreto, pero vaya uno a saber. Pensé en medio de toda esa atormentada noche en el diluvio, el juicio final y toda esa serie de historias con las que mi madre y mi abuela me habían asustado desde niño.

MIS UNIVERSIDADES
Ingresé a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1970, luego de haber ingresado a la Universidad Cátólica y sin que mi padre lo supiera. Postulé a Letras, específicamente a Literatura, el recordado programa 222. Mi padre se fastidió mucho al saber que iba a distraerme con San Marcos, que por otro lado era para él, como para muchos padres de una clase media emergente, sinónimo de caos y comunismo. Para nada podía hacer ante mi decisión de estudiar por las mañanas en La Católica y por las noches en San Marcos. Por lo demás a ambas universidades había ingresado con méritos.
Como ocurría con la Católica, en San Marcos y en todo el sistema universitario, se creó el filtro de los “estudios generales”, de modo que pasé dos años mezclado con estudiantes que irían a Biología o Ingeniería Civil. El local que apresuradamente consiguieron las autoridades sanmarquinas proclives al régimen velasquista fue el de la ex zapatería Oxford, que quedaba en la avenida Venezuela, a dos cuadras de la avenida Tingo María y a unas siete u ocho cuadras de mi casa de la cuadra quince de la avenida Naciones Unidas.
Los estudiantes bromeábamos y confesábamos a quienes nos preguntaba dónde estudiábamos: “En la sucursal peruana de la universidad inglesa de Oxford”. El local no podía ser más sui generis. Era enorme y con techos altísimos, un local extraño que nunca dejaba de recordar una fábrica. Como San Marcos siempre andaba en medio del desorden en realidad empezamos las clases en enero de 1971.
Un curso extraordinario confirmó mi vocación por las Letras: “Literatura Contemporánea”. Se trataba de un panorama bastante bien estructurado de la poesía del siglo XX, es decir la lírica fundacional de lo que vino después. Estudiamos con provecho a Apollinaire, Eliot, Ungaretti, Trakl, García Lorca, entre otros. Quien dictaba el curso era un joven catedrático y poeta de 25 años, Armando Rojas. Los conocimientos de Rojas, su fina sensibilidad intelectual y sus dotes de expositor hicieron de esa materia algo inolvidable. De mi clase solo dos iríamos a Literatura: Miguel Angel Rodríguez Rea (más tarde crítico, historiador y antólogo literarios y uno de los más prestigiosos bibliotecólogos del país) y yo. Miguel Angel por entonces, 1971, escribía poesía y había ganado una mención honrosa en un concurso internacional convocado por una revista mexicana. Pero abandonó la poesía; la suya era tributaria de Neruda y de los surrealistas.
Después de acabado el curso seguimos frecuentando a Rojas, quien pronto lanzaría una modesta ( por su número de paginas), pero célebre revista: “Creación & Crítica”, donde yo publicaría mi primer cuento, “Pobre Paca”. La revista tenía como directores al gran maestro y poeta Javier Sologuren y al poeta Ricardo Silva Santisteban (más tarde animador de finas y trascendentes ediciones de obras y autores literarios fundamentales en el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica).
Desde que conocimos a Rojas supimos que todo apuntaba en él a irse a París. Un buen día se fue. Era un hombre joven, pero que solía aparentar un aplomo de viejo profesor, por lo menos ante sus alumnos de San Marcos. Pero era también un gran seductor y cuando llegamos a ser amigos nos confesaba, con juvenil o pueril soberbia, sus conquistas y hazañas amatorias. Entre las conquistadas y seducidas estaba una alumna cinco años mayor que él, muy guapa.
De París regresó Rojas al año y meses, totalmente cambiado. El atildado profesor de los ternos impecables y el peinado conservador había desaparecido. Ahora Rojas lucía chompa, otras gafas y un…”Africa Look”. Después Armando desapareció, no lo volvimos a ver hasta que nos enteramos por una nota de “La República” en 1985 de su repentina muerte por un tumor cerebral. Nos enteramos, también que era “ataché” o adjunto cultural de la embajada de Francia, gracias a su amistad, nada menos que con el presidente Alan García. Era una amistad forjada en París donde coincidió además, con el historiador, ex director del Instituto Nacional de Cultura y ex asesor presidencial, Germán Peralta.
Cosas de la vida, me tocó, por disposición del entonces director del Instituto Nacional de Cultura, el también historiador Fernando Silva Santisteban, leer el discurso de despedida de Armando. El texto de ese discurso me lo pidió un periodista cuyo nombre no recuerdo y desapareció para siempre. Solo recuerdo que lo sazoné con un verso del poeta chileno Gonzalo Rojas: “Un poeta muerto es un árbol derribado en medio del bosque”.
En Oxford, además, de Rojas, habían otras presentes y futuras celebridades literarias. Una de ellas era nuestro profesor de Gramática Española, Antonio Gálvez Ronceros. El eximio cuentista era un lujo de profesor, un maestro auténtico. En el plantel de profesores figuraba también el joven catedrático y poeta antologado en “Los Nuevos” de Leonidas Zevallos, Marco Martos. Martos llegaría después de 2000 a convertirse no solo en una de las voces mayores de la lírica peruana contemporánea, sino en el Presidente de la Academia Peruana de la Lengua. No conocí, sino hasta llegar a la Ciudad Universitaria, un par de años después, a otros profesores e intelectuales insignes. Estos dictaban sus cursos por las mañanas y tardes.

Carlos Orellana
Lima, 15 de febrero de 2007

2 comentarios:

mierdaetnocacerista dijo...

Sobre ese trastornado mental de Máximo Grillo.no se puede esperar más.Mejor ubiera sido que se caiga de cabeza,haber sí "se la arreglaba " de una buena vez,han pasado más de 35 años y sigue más loco que mandado hacer,ahora adora al demente,enfermo mental de Antauro Humala,oséa quedó atrás Lenin,Marx,Trosky,hasta tal vez Abimael Guzmán,como un estudiante de San Marcos que lo señala de fanático...Grillo-cucaracha tuvo un programa de radio en Cora am,un programa vergonzoso,estúpido,lleno de mentiras,exajeraciones,dramatista,tremendista...etc....Es un loco,un pobre diablo,no pasa nada con ese trastornado de Cucaracha

Unknown dijo...

A los que conocemos al Dr. Maximo Grillo, Respetos y Consecuencia con sus ideales y Evolucion Ideologica,aplicando la Dialectica marxista ha hecho su Praxis en el Etnocacerismo, el cual es su director de las famosas escuelas etnocaceristas y Gracias a sus Enseñanzas hay nuevos lideres Etnonacionalistas a Nivel nacional e Internacional un Gran Merito del Nro 2 despues de Antauro Humala el Nro 1.....